Zacarías y su adjunto Telonius gastan sus días en una oficina comarcal de la Administración dedicada a auspiciar la instalación de industrias en la zona. Desde un tiempo indefinido, sus obligaciones van menguando y su trabajo se vuelve cada vez más extraño, pues la delegación, olvidada y abandonada a su suerte, se encuentra en proceso de desmantelamiento. Ellos son dos «supervivientes» laborales que pugnan por dar sentido a tareas que ya no lo tienen. Cualquier señal del fax, la amenaza de una temida inspección de servicio o la llegada de material no solicitado, provoca cierta sacudida, pero a Zacarías y Telonius ya nada parece poder redimirles de la desolación de lo cotidiano, ni de la insatisfacción por una vida plácida y sin complicaciones que enmascara un desasosegante vacío. Hasta que un día salta la alarma y reciben el aviso de la llegada de un nuevo funcionario.