Arruza, un bibliófilo de aspecto decimonónico y razón descarrilada, regenta El Globo, una librería anticuaria, movido por un amor loco a los viejos volúmenes adormecidos, las páginas vencidas por el moho y los antiguos lomos repujados e ilegibles. Junto a él, un cenáculo de clientes asiduos se reúne con regularidad para entretener sus ocios intercambiando historias y narraciones que, como en el mundo de los cuentos orientales, se solapan, se plagian, se reinventan cada vez que uno de los narradores toma la palabra. Pero todo se alterará cuando los seres de ficción -un autómata chino que viaja a través del tiempo, un mago oriental que colecciona lámparas embrujadas, una cabeza parlante, o un espejo encantado- impugnen su condición secundaria, invadan la realidad y conviertan a los protagonistas en seres de ficción. . .