Leonardo Padura, tras terminar el ciclo de novelas policiacas protagonizadas por el teniente Conde, da una arriesgada vuelta de tuerca a su trayectoria literaria que viene a confirmarle definitivamente como uno de los novelistas más importantes de la nueva narrativa cubana. La novela de mi vida, sin duda su obra más ambiciosa, es una evocación vivísima del Romanticismo en el Caribe de la época colonial, también una recreación de las logias masónicas que sobreviven al paso del tiempo, pero por encima de todo una lectura de la historia de Cuba, un viaje al origen de su conciencia nacional a través de la vida de su primer gran poeta.
Delatado a la policía, expulsado de su puesto en la universidad y tras dieciocho años en el exilio, Fernando Terry decide volver por un mes a La Habana, atraído por la posibilidad de dar al fin con la autobiografía desaparecida, La novela de mi vida, del poeta José María Heredia, al que dedicó su tesis doctoral. De paso, se enfrentará de una vez con las sospechas que han ido alimentando su rencor. A la historia de ese reencuentro y a la busca del codiciado manuscrito, se suman alternativamente dos planos temporales más: el de la vida de Heredia a comienzos del siglo xix, en los años de la Colonia, y el de los últimos días de su hijo José de Jesús de Heredia, masón, a principios del xx. Paulatinamente, las vidas de los personajes y sus peripecias van creando paralelismos insospechados, como si en Cuba la Historia se cebara en el destino individual de cualquiera que destaque por su talento: delaciones, exilios, intrigas políticas parecen insoslayables para todo creador, sea cual fuere el periodo histórico que le haya tocado vivir.