El centro mágico de la obra es Bucarest, ciudad llena de símbolos iniciáticos y foco inagotable de mitos, donde, en el bosque Baneasa, se conocen los protagonistas, Stefan e Ileana. Sobre este trasfondo se proyecta el ambiente, el estado de ánimo de la juventud intelectual rumana del período de entreguerras, la tensión colectiva que desembocó en la dictadura de la Guardia de Hierro, la guerra mundial, la entrada de los rusos y la toma del poder por los comunistas con la consiguiente represión y el exilio. La actitud frente a la inexorabilidad de la Historia y del Tiempo, eje del tejido narrativo, revela aquí toda su significación simbólica para el ser humano, marcando la vida y las relaciones sentimentales de los personajes de la novela, inmersos en un torbellino que evoca, con inolvidable realismo, pero sin falta de humor e ironía, el drama de la Europa del Este, condenada, ante la indiferencia de Occidente, a ser objeto, y nunca sujeto, de la historia.