Roma considero los ríos, en tanto dioses, genios o númenes, como aliados por su función protectora de las ciudades, como fue el caso del Tiber. Pero otros fueron vistos como enemigos y por ello exhibidos en la ceremonia del triunfo. Se analizan en el presente trabajo los casos conocidos así como los objetivos que perseguían el Senado y el emperador. En relación con dicha exhibición figuran otros dos aspectos a los que la historiografía antigua presta una especial atención: el paso del rio y la construcción de un puente por el emperador. Ambos fueron considerados como una victoria del general sobre la naturaleza y la divinidad fluvial.