Argumento de La Ciudad de Internet
La globalización de los intercambios, a través de las redes informáticas,parece apuntar a una contracción del espacio mundial, a una mancomunidad de los valores y de las prácticas culturales. O, por lo menos, así es como nos gustaría concebir Internet. En la práctica, hay que contar con múltiples resistencias, y con el tenaz espejismo de una democracia mundializada, pero cuyos contornos siguen estando difuminados y cuyo proyecto resulta inconsistente o contradictorio. Nacida del sorprendente maridaje entre las exigencias del espíritu militar y la insaciable ambición de la investigación científica, Internet sigue atrapada entre la comunidad de usuarios, que aspira a un ejercicio de la libertad creativo y sin trabas, y los poderes que, de diversas maneras, se empeñan en fiscalizar este ejercicio, y en restringir su horizonte. Sea por vía jurídica o por las limitaciones de la intercomunicación electrónica, las retroactivas opciones que nos imponen amenazan con constreñir las redes con disciplinantes grilletes, poco compatibles con la fuerza creadora que tales redes parecen prometer. A modo de bisagra entre el examen técnico y el análisis filosófico de Internet, este libro trata de desenredar la madeja de las intenciones que envuelven los ideales «libertarios» de los «padres fundadores» y los proyectos legislativos y reglamentadores que los poderes establecidos se empeñan en llevar a cabo. ¿Es, pese a todo, tan natural que aspiremos a la «ciberdemocracia»? ¿Es verdaderamente indispensable que los poderes públicos reglamenten Internet?0