La inspectora Laura Tébar es la encargada de la investigación. Se trata de una profesional de 55 años, solitaria, brillante, con un carácter temible y un pasado extremadamente doloroso con errores imposibles de remediar. Se la respeta, pero no despierta ningún aprecio. Cuando la conocemos, acaba de verse obligada a prescindir de su subordinada y la única persona en la que confía, la subinspectora Elena Diéguez, a la que sustituye David Merino, «Cons», un joven intuitivo y motivado. Los dos no pueden ser más opuestos y no tardan en chocar. A través de toda la novela, el lector asistirá a un auténtico tour de force entre ambos personajes, que pasarán lo suyo antes de permitirse el mínimo respeto mutuo que les
permita colaborar.
Mientras tanto siguen apareciendo el/los misterioso/s agresor/es: seres de enorme fuerza y tremenda violencia, que atacan desde lo más profundo del bosque, que parecen invulnerables y desaparecen sin dejar rastro.