Es ampliamente conocido que la principal función del hormigón es su función estructural. Por otra parte el hormigón es un material dieléctrico, es decir, es un material mal conductor. Ahora bien, la adición de material carbonoso conductor como puede ser la fibra de carbón o el polvo de grafito lo transforma en un material conductor, estableciéndose así la posibilidad de realizar más funciones aparte de la estrictamente estructural, es decir transformarse en un material multifuncional. Entre las funciones que puede desarrollar un material cementicio conductor se pueden enumerar las siguientes: Función de percepción de la deformación de una estructura al estar sometida a un esfuerzo, sin llevar ningún sensor adherido o embebido en el mismo. Función de percepción del daño estructural. La detección en tiempo real permite diferenciar entre daños estacionarios, evolutivos, permanentes o reversibles. Función de apantallamiento EMI. Esta función se basa en el apantallamiento que una estructura conductora ejerce sobre el campo electromagnético que la atraviesa. Funciones dieléctricas. Sus aplicaciones incluyen el aislamiento eléctrico, los condensadores (para el almacenamiento de energía eléctrica), sustratos microelectrónicos, la piezoelectricidad y la piroelectricidad. Funciones de ingeniería térmica. Esta función se aplica al uso de materiales estructurales como dispositivos que permiten realizar tareas tales como: termómetros para la medición de temperatura, objetos de elevada masa térmica para la retención de calor, resistencias embebidas o tubería de agua caliente para calefacción, etc. Función de amortiguamiento. Se aplica al desarrollo de materiales para amortiguamiento acústico y de vibraciones. Función de ánodo para extracción electroquímica de cloruros y protección catódica. Esta función se basa en la utilización de una pasta de cemento conductora que actúe como ánodo para la aplicación de la técnica de extracción electroquímica de cloruros y la protección catódica.