El perfil mitológico de Helena de Troya (o Helena de Esparta, si se prefiere) es muy complejo y ha evolucionado considerablemente con el tiempo, siendo transformado e interpretado por los escritores, que le han otorgado multiplicidad de formas y facetas. Hasta el punto de que hay muchas Helenas. Además, su historia está plagada de elementos maravillosos (desde su prodigioso nacimiento) que la sitúan en un plano heroico, casi divino. La leyenda de Helena contiene elementos verosímiles e inverosímiles. Su temperamento está lleno de ambigüedades y contradicciones: es al mismo tiempo mujer y diosa, es símbolo de la mujer fatal y de la inconstancia femenina, pero también posee una vertiente casta, tiene doble nacionalidad y se debate entre dos amores. Es inocente y es culpable porque causa la guerra, pero al mismo tiempo, ella es un juguete de los dioses. Además, Helena es "un bello mal", porque su hermosura es destructiva.