El Imperio egipcio estaba en su apogeo. Muchos de los monumentos ya eran milenarios, como las pirámides. En Tebas, el dios Sol, Amón-Ra, reinaba representado en el faraón. Se levantaban templos y estatuas en su honor por todas partes. Los valles sagrados estaban repletos de tesoros que empezaban a ser codiciados, en los mercados se podían comprar perfumes y amuletos, y la cerveza especiada con miel y canela era exquisita acompañada de dátiles.