Durante la Guerra Fría, Estados Unidos vio en el islam un poderoso aliado para combatir a la Unión Soviética. La ayuda encubierta prestada a políticos islamistas en la década de 1950, derivó en las décadas de 1960 y 1970 en guerras por delegación libradas contra los aliados de Moscú en África y Asia con el apoyo de Gran Bretaña, Francia e Irán.
Tras la invasión soviética de Afganistán en 1979, Estados Unidos formó una alianza anticomunista con fuerzas islámicas militantes en el sur y el centro de Asia. La CIA, en colaboración con el servicio de inteligencia paquistaní, el ISI, y con la financiación de Arabia Saudí, entrenó, equipó y financió a un ejército de decenas de miles de mercenarios islámicos reclutados en todo el mundo para librar una "guerra santa" contra los soviéticos.
John K. Cooley describe de forma extraordinariamente detallada las actividades de estos terroristas entrenados por la CIA desde el asesinato de Sadat, pasando por la desestabilización en Argelia, Egipto, Chechenia y Filipinas, la aparición de los talibanes y los atentados contra las embajadas estadounidenses en África, hasta los atentados suicidas cometidos el 11 de septiembre en Nueva York y Washington. Asimismo analiza la labor crucial desempeñada por el servicio de inteligencia paquistaní, la implicación encubierta de China, el apoyo económico saudí, la actividad de Osama Bin Laden y su red terrorista Al Qaeda, y la cínica promoción por parte de la CIA del tráfico de drogas en la Media Luna de Oro.
"La convincente argumentación presentada en esta obra se pronuncia acerca de las alianzas internacionales y deja claro que el precio a pagar resultará insoportable si el islam sustituye al comunismo como el próximo "enemigo diabólico"." Independent on Sunday