Bernardo Chevilly demuestra en este libro que en la vida hay instantes por desgracia, no muchos- en los que el yo coincide también con el sí mismo: al menos él ha conseguido que el yo de otros sea salvado por el yo de él. Lo que no es poco. Mientras tanto, cada uno de nosotros intentamos persistir en el nuestro nos resulte un huésped incómodo o no. Para Chevilly, la música es retrato y éste, no pocas veces, toma la forma de canción.
Jaime Siles
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