Empezó en la cárcel la Exposición del libro de Job (1583), con rasgos biográficos. Suma de las tradiciones bíblica y agustiniana y del neoplatonismo renacentista, esta obra muestra un notorio dominio de la lengua (que a juicio de fray Luis no era «dura ni pobre, sino de cera para los que la saben tratar»).