La casa reluciente y la ropa impecable, igual que la portada de una revista de decoración. Suelos que brillan como nunca. Alfombras que recuperan su color. La campana de la cocina tan limpia como el primer día. Sábanas perfectas, edredones perfumados y toallas esponjosas. ¿Quién no ha imaginado alguna vez que le gustaría llegar a casa tras un largo día de trabajo y encontrarse con esta postal? La escena es posible y, para hacerla realidad, basta con mover un dedo: el que se necesita para llamar a una lavandería y a una empresa de limpieza profesional para contratar sus servicios. Las compañías que se dedican a estos menesteres son cada vez más frecuentes en el ámbito doméstico, aunque sus principales clientes son todavía empresas, instituciones y entidades de gran envergadura. Sus servicios son caros, pero si no se puede afrontar este coste, al menos compensa en ocasiones puntuales.