Desde la prehistoria, el vino está arraigado en la cultura mediterránea tanto en la vida cotidiana como en sus relaciones con lo sagrado. El vino y la viña describe con multitud de ejemplos la historia y la geografía de la viticultura y el comercio del vino, desde los comienzos de la humanidad hasta el presente, y para ello rastrea los textos de la Antigüedad grecorromana, las prácticas comerciales de la Edad Media, la expansión colonial americana o el complejo simbolismo social asignado a esta bebida. Si, aparte de las virtudes de su sabor, se piensa en los poderosos efectos psicológicos que puede ejercer sobre quien lo bebe, se entenderá que el vino haya sido desde siempre portador de los más diversos patrones de significado, y que se haya convertido en uno de los más poderosos símbolos del eterno ciclo de vida, muerte y renacimiento.