Tom, el narrador, es un psicoterapeuta aparentemente bien analizado que, durante una larga cena a base de panqueques y sirope, se funde en un abrazo con Bernhardt, la figura paterna del grupo. Bernhardt tan sólo quiere evitar que Tom empiece a tirarle comida a los demás, pero el resultado es desastroso. Tom sufre una experiencia extracorporal y flota hasta el techo del restaurante, desde donde se observa a sí mismo y a sus amigos. Durante el transcurso de la noche verá, con sus propios ojos, cómo se despliegan, cuestionan y deshacen sus amistades, su matrimonio e incluso su identidad profesional.