Emile Durkheim (1858-1917) hizo excesivo énfasis en la realidad de la sociedad como algo separado de la realidad de los individuos, lo que motivo acusaciones de ensalzar a la sociedad como una entidad mítica superior al individuo y la asociación de su nombre con ideologías totalitarias. Una lectura atenta de El Suicidio, obra clásica dentro del campo de la sociología, pone en claro la injusticia de estas críticas, y que las desviaciones filosóficas en que incurrió son de menor importancia comparadas con la estimulante claridad de su visión teorética y con la minuciosidad de sus investigaciones empíricas.