Los peruanos desconfiamos de todo.
Nos han engañado tantas veces, y de formas tan variadas, que ya no creemos en nadie
Pedro José de Arancibia es el peruano imperfecto: un individuo extraviado en la vorágine de una transformación social, un limeño escéptico y hedonista que comprende que no encaja en los nuevos códigos de conducta de su país. Para él, el Perú es a la vez un grupo de gente idónea, culta y simpática, y una horda paupérrima, grosera y con ánimo vengativo. Esa contradicción, sin embargo, no menoscaba su vitalidad, ni mucho menos su pasión por la escritura, por el ejercicio del periodismo y, sobre todo, por el sexo clandestino.
En El peruano imperfecto, Fernando Ampuero nos entrega otro de sus romances de antihéroes, un modelo para armar a veces mordaz, a veces desgarrador, centrado en la brumosa identidad de los peruanos y en las fronteras racistas y clasistas que a menudo los separan, pero también una aventura personal cuyo destino se tuerce entre la mañana y la tarde de un día aparentemente rutinario: el 16 de febrero de 2003. Y en medio de una y otra hora, una necesaria interrupción: ¿Cómo se hace un peruano? La respuesta a esta interrogante será una sucesión de episodios tragicómicos que ilustran el lado extraño y secreto de una azarosa existencia.