Misiva a misiva, Denise describe las costumbres que rigen la estricta a la vez que regalada vida de las cautivas, la encarnizada lucha que entablan las favoritas por el aprecio del sultán, las intrigas de los eunucos, los castigos que se imponen a quienes transgreden las normas y, en fin, toda la sensualidad que rezuma un lugar secreto donde numerosas mujeres sólo tienen un deseo: conseguir ser gratas a un hombre, el sultán, al que temen y adoran.
De inicio abrupto, desarrollo entrecortado por los imprevistos y final enigmático, El impudor de la mirada es la única ofrenda que una mujer occidental podía hacerle a su amado: el relato fiel de lo que ven sus ojos desprovistos de todo pudor.