Aquí se nos cuenta, con la más desvergonzada sonrisa de la que es capaz Péret, entre narraciones, cánticos y poemas, las muy desaforadas hazañas del vizconde Pajillero de los Cojones Blandos. En todo momento el lector sentirá esa necesidad que han sabido transmitir los surrealistas de dejarse llevar, al filo del lenguaje asociativo del inconsciente al que ellos llamaban «automático», en plena libertad, sin inhibiciones, hacia sus más extravagantes fantasías, al límite de lo grotesco o impensable.