Un asesinato que nadie investigó, una muerte que ahora clama justicia, llama a la puerta del ex detective Fin Macleod cuando regresa a la pequeña isla al norte de Escocia que le vio nacer. La nueva novela del autor de la premiada La isla de los cazadores de pájaros.
La isla de Lewis al norte de Escocia. Un tierra agreste de páramos azotados por el viento incesante, de olas que rompen furiosas contra la orilla, de costumbres y ritos que se pierden en la noche de los tiempos. Una tierra dura, gentes duras, que aceptan que esta isla y este océano se llevan a sus muertos. Y muy de cuando, como hoy, les devuelven uno.
Lo han econtrado unos campesinos: el cuerpo de un hombre joven milagrosamente preservado en la turbera. Todo parece indicar que fue sacrificado en época prehistórica siguiendo un ritual cruento. Hasta que el forense determina que su muerte ocurrió más recientemente, hace sesenta años a lo sumo. En los archivos de la policía local, sin embargo, no hay información sobre ningún caso no resuelto, ni siquiera la denuncia de una desaparición, por esas fechas. El misterio se acrecienta cuando el análisis de ADN revela que todavía existe un pariente vivo en la isla: el anciano granjero Tormod MacDonald. Aunque él siempre aseguró ser hijo único y el último de su familia...