Somos un instante en la belleza del mundo, dicen sus versos, y sin embargo qué poco sabemos del mundo, qué poco lo merecemos. Y cuanto más denuncia el poeta los daños de nuestra sociedad de la hybris , también llamada sociedad industrial, más asombro le causa el milagro de la vida mínima. Cuanto más le conmueven los dones de la naturaleza o la humildad del prójimo, más le indigna el capital financiero que todo lo nubla. En la sobreabundancia y el vacío, en los signos de la muerte y de la destrucción, que todo se lo llevará por delante, la poesía le descubre la esperanza de aprender y amar, la verdad última de la compasión y la disolución del yo, la comunión más sabia con aquello que nos recuerda el paraíso del que fuimos expulsados.