Desde esta orilla del siglo XXI podemos preguntarnos si el libro del Apocalipsis de San Juan tiene algo nuevo que decir al hombres de hoy, habitante orgulloso de la era interplanetaria, engolfado en la técnica informática, que todo lo escruta y domina. Y, sin embargo, este hombre, al parecer satisfecho, sigue siendo protagonista y sufridor de los más crudos aconteceres ?apocalípticos?, llámense guerras fratricidas, genocidios perpetrados ante la pasividad o el consentimiento tácito de las naciones o muertes millonarias preparadas en laboratorios. Sin duda, el Apocalipsis cristiano sigue siendo un testimonio de consolación y aliento para los sufrientes de todos los tiempos. Su lenguaje simbólico y su estilo profético revelan la dimensión trascendente de la historia humana, sometida siempre a violencia y dolor: Paul Claudel veía en Apocalipsis como un templo lleno de símbolos, ?cuyos significados se abren ante nosotros y se renuevan de era en era como los arcos y vidrieras de una catedral?.