Es muy difícil imaginar, en los años que abarcan estas dos biografías, como aquellos jóvenes que aspiraban a convertirse en marinos mercantes aprendían con muy pocos recursos en las Escuelas Oficiales de Náutica y se lanzaban a la mar para ejercer una profesión que, como unas pocas más, requiere abnegación, sacrificio, responsabilidad y quizás lo más importante, la renuncia al calor permanente de una familia y a los beneficios que aporta vivir en tierra firme. Por éstas y otras razones decidí en 2013 investigar las biografías de mi padre del que, por esta admirable profesión, disfruté intermitentemente y de mi tío abuelo, ?el tío Manuel? ?al que no conocí-, por ser referente y protector de la familia. A ellos dos, y en especial a mi padre, tengo que agradecerles el ejemplo que han dado a la familia y seguramente a los marinos que compartieron con ellos innumerables singladuras.