Esta obra es un hito literario y testimonial sobre su propia vida de
preso político, cautivo de la dictadura sanguinaria que destrozó
familias, trastornó afectos, y puso a prueba vínculos y toda humana
resistencia.
El tiempo se detiene, se acelera, se enlentece, se expande, se acaba. Un
hombre ansía que su padre pronuncie su nombre para saber que existe.
Pero tiene solo diez minutos para hacer que lo reconozca, que encuentre
en él a su hijo, el único que le queda, el de siempre.
La vida familiar está instalada entre ellos en jirones de pasado feliz;
pero el padre piensa que ese extraño que le han puesto enfrente no es su
hijo, que lo han engañado, que es un loco, que le mienten. De fondo,
voces imperativas, perros al acecho, armas listas, una ventana que
filtra la esquiva luz del sol y una puerta que volverá a cerrarse sin
remedio.