En la correspondencia se superponen una serie de planos de gran interés para conocer tanto la génesis de estas obras como la situación vital en la que se forjaron. Uno de los aspectos dominantes lo constituye su intento de recuperar sus derechos sobre las obras publicadas hasta el momento. Además de complicados procesos legales y del propósito de sacarlas de manos antisemitas, este intento revela un interés especial por lograr una perspectiva general acerca de lo hecho hasta el momento, lo cual significa un cierto balance, un cierre y la apertura de un nuevo horizonte.
Todo esto se entrelaza con el testimonio de una profunda soledad y la convicción de no ser reconocido, de escribir para una época futura. Las cartas dan muestra de una existencia errante y ermitaña, fustigada por un terrible estado de salud, al que sin embargo Nietzsche nunca sucumbe. Muy significativa resulta la relación con sus amigos, especialmente con Franz Overbeck y, en otro plano, con su protegido músico, Heinrich Köselitz. Por otro lado, destaca el trato afectivo con su madre, así como la conflictiva relación con su hermana Elisabeth.