Segundo entre los grandes países europeos, inmediatamente detrás de Francia y antes que Inglaterra, en constituirse en Estado; primera potencia mundial durante el XVI; cabeza de un impresionante imperio que mantuvo hasta las décadas iniciales del XIX y cuyos muy importantes restos ultramarinos conservará hasta el tropológico 98, España sumará a tan privativas circunstancias otra connotación especial, precisamente derivada de su carácter colonial, el militarismo crónico, que arrancaba en política heterodoxa de los pronunciamientos y de los espadones del XIX y que pervivirá incluso acentuado durante los 39 años de franquismo- a lo largo del XX, nada menos que hasta su cuarto final.