Ciertas características equinas pueden ser una verdadera revelación para algunas personas, puesto que aquello que es natural e inherente al ser caballo actúa como un espejo que refleja las verdades y las incoherencias de ser humano. Cuando se entra a un corral con un caballo suelto, suele quedar al descubierto que hemos olvidado cómo movernos en un escenario donde no se paga un precio por ser lo que somos. La relación que se establece carece de juicio y de palabras, no hay agenda previa ni expediente culposo, solo hay presente y verdad. Al final, el gran protagonista es el sentido de pertenencia; sabernos aceptados por la manada, valorados y necesitados por nuestros propios talentos.