Argumento de Así el Silencio
Aquí empieza la gran noche de las palabras, escribió Louis Aragon adelantándose a lo que hubiera querido decir la autora de estos versos, de este entramado de palabras inciertas que, ajustándose o no a las normas de la métrica clásica, buscan abrirse camino hacia la luz. Como confuso es nuestro paso por la vida, confuso y vulnerable el corazón del hombre. El corazón vacilando, temiendo, de las dos primeras partes de este libro, Liras y Desencuentros, se encamina en la tercera, Segundo Arenal, hacia la luz hiriente caída a chorros sobre la sal y la arena de las playas como si, al igual que Borges, Llamazares y algún otro, la autora pretendiese escribir una vez más aquel primer verso perdido en los anales de su adolescencia.1