Deberíamos ser capaces de objetivar los elementos de este embrollo: solo así podremos desenredarlo. Por un lado está la persecución secular del catalán por parte del centralismo español, agudizado en la dictadura franquista. Está también la estrecha relación entre lengua e identidad personal: por el hecho de que la lengua se aprende en la más tierna infancia y queda impresa de forma indeleble en nuestra persona para toda la vida, Y también está la utilización de la lengua como símbolo de la identidad colectiva, la nación, siguiendo la tradición romántica alemana de Herder y compañía. También, por el hecho por el hecho de ser una lengua de dimensiones pequeñas, hay una percepción de la próxima desaparición del catalán, propiciada por las fuerzas oscuras de la globalización y el mercado. Y sobre todo, está el hecho descomunal de una inmigración masiva castellanohablante que ha provocado que el castellano sea, hoy en día, la lengua materna de la mayoría de los catalanes. También están las connotaciones sociales adheridas a la lengua: por un lado el castellano es la lengua de la aristocracia y la alta burguesía, y por otra es la lengua casi exclusiva del proletariado.
Todo eso hace de la lengua las pantalla de todas nuestras contradicciones, y por eso tiene un lugar central en nuestra sociedad: afecta a los sentimientos personales y a la identificación colectiva, afecta al poder y a la economía, afecta a los derechos civiles de los individuos y a sus expectativas de progreso y de integración en la sociedad.
Este libro pretende contribuir a desenredar esta madeja, a poner luz y racionalidad en un tema tan cargado emocionalmente.