En este testimonio novelado, narrado en primera persona, la autora establece un diálogo interior con la misteriosa figura de su tía, la genial escultora y niña prodigio, Marga Gil Roësset, cuyo brillante futuro se vio truncado por la tragedia de un amor no correspondido hacia el poeta Juan Ramón Jiménez.
El diario íntimo, las tres cartas de despedida que la artista nos dejó el mismo día de su muerte, la destrucción de sus esculturas y su trágico final en 1932, con sólo 24 años, marcan la culminación de una de las historias artísticas más románticas y desconocidas del siglo xx.
Amarga luz no sólo es importante por el descubrimiento de una artista cuya breve existencia nos privó de un genio y de un talento tan extraordinario, sino también porque simboliza la liberación de un espíritu romántico y sensible que agonizaba en la sombría tumba del olvido.