«Grass escribe como testigo de su época. Su proyecto literario se erige contra el olvido y el silenciamiento del pasado».
Cecilia Dreymuller, Babelia
Hace más de veinte años, el editor de Günter Grass le dio unos cuadernos en blanco para que los llenara con los primeros borradores de sus textos. Él utilizó estos cuadernos como diarios y como terreno fértil para sus ideas, una costumbre que continúa practicando hoy.
Tras la caída del muro, en una Alemania en plena agitación, Grass quiso implicarse de forma directa en su debate político. Por esta razón, viajó sin cesar por la que todavía era la RDA para presenciar las discusiones sobre el futuro y el proceso de reunificación. También de ese apasionante viaje dan cuenta estas páginas.
Informe narrativo de una época en la que la historia se transformaba de forma enloquecedora, el diario de Grass permite acercarnos a un autor que, consciente del momento histórico, libra sus batallas con ardor. Un retrato agudo y fascinante de un país sumido en drásticos cambios, y de una vida rica en encuentros, observaciones y reflexiones.
«El secreto de Grass radica en el equilibrio precario y único que ha conseguido crear entre su anárquica fuerza imaginativa y su raciocinio artístico superior.»
Hans Magnus Enzensberger
«De Alemania a Alemania [.] ofrece una visión que no teníamos hasta ahora de la vida privada, los procesos creativos y el compromiso político del autor. Lo que empezó en 2006 con Pelando la cebolla y continuó con La caja de los deseos, encuentra ahora su expresión más auténtica en forma de diarios.»
Stephan Lohr, NDRkultur
«El Günter Grass de De Alemania a Alemania. Diarios 1990 está a veces resignado, otras deprimido, siempre dispuesto a luchar y muy pocas veces realmente contento. Sobre todo, tiene razón muy a menudo. Muchas de sus advertencias han resultado acertadas tras estos años.»
Lübecker Nachrichten
«Unos escritos privados y sinceros que despiertan y sacian la curiosidad y que acercan a Grass al lector.»
Wolfgang Wager, Südkurier
«Günter Grass me enseñó que era posible ser un escritor vivo y escribir con toda la emoción y el lenguaje desbordado de Dickens. Grass escribía con furia, amor, desprecio, sentido de la comedia y de la tragedia... y todo con una conciencia implacable.»
John Irving