Después comenzaremos una relajación inflando globos de colores. Al inflarlos se hace una especie de pranayama en el que se trabaja el diafragma y se oxigena todo el cuerpo.
Todo ello nos ayudará a encontrar la vena creativa que posibilita al niño seguir curioseando para seguir aprendiendo sin olvidar que es mejor proponer que imponer, y mejor dialogar que tratarlos como tontos, que claro está que no lo son.