Crepuscular y elusiva, con pinceladas oníricas, la novela está envuelta por los paisajes desérticos de la América profunda, las granjas aisladas como aquella en la que creció el protagonista, los diners, las carreteras inacabables y las vías de tren solitarias, con los aullidos de los coyotes como banda sonora, a los que se suman los ritmos del jazz y el rock'n'roll.
Yo por dentro, con esa escritura seca y desgarrada de la que emerge la intensidad poética característica de Sam Shepard, es una suerte de compendio de sus temas y obsesiones, una intimista invocación de fantasmas en la que se filtran pinceladas autobiográficas, un testamento literario por todo lo alto, que viene además precedido por un bellísimo prólogo de Patti Smith.