Visión de Anáhuac es un escrito central en la obra de Alfonso Reyes (1889-1957), pero difícil de definir: ensayo minucioso y sutil, canto nacional, breve tratado histórico, gran fresco en prosa. "Yo sueño", le decía Reyes a Antonio Mediz Bolio, en carta fechada en Deva el 5 de agosto de 1922, "en emprender una serie de ensayos que habían de desarrollarse bajo esta divisa: En busca del alma nacional. La Visión de Anáhuac puede considerarse como un primer capítulo de esta obra, en la que yo procuraría extraer e interpretar la moraleja de nuestra terrible fábula histórica: buscar el pulso de la patria en todos los momentos y en todos los hombres en que parece haberse intensificado; pedir a la brutalidad de los hechos un sentido espiritual: descubrir la misión del hombre mexicano en la tierra, interrogando pertinazmente a todos los fantasmas y las piedras de nuestras tumbas y nuestros monumentos. Un pueblo se salva cuando logra vislumbrar el mensaje que ha traído al mundo, cuando logra electrizarse hacia un polo, bien sea real o imaginario, porque de lo uno y lo otro está tramada la vida. La creación no es un juego ocioso".