El sheriff Grady O?Connor tenía un enorme secreto. Sus hijas gemelas, las niñas a las que adoraba más que a nada en el mundo, eran en realidad hijas del difunto esposo de Jensen Stevens, y ahora su tío reclamaba la custodia. ¡Pero eso no ocurriría mientras Grady pudiera impedirlo!
Así que acudió a la bella Jen y le pidió que fuera su... abogada. Estaba seguro que con su increíble inteligencia, encontraría una manera de sacarlo de ese embrollo. Pero no había contado con que tendría que pasar horas junto a ella, oliendo su perfume, mirándola a los ojos...