A veces, el entregarnos a otro cuerpo nos permite darnos cuenta de que hay algo en el alma que no tiene medidas ni barreras. Puede ser también algo muy parecido a olvidarnos a nosotros mismos en una piel ajena. Sin embargo, la pregunta clave en este texto, es si la de olvidarnos a nosotros mismos, no es en gran parte olvidar quiénes somos realmente. Esta, por tanto, es una pequeña y poética historia narrada en forma epistolar que habla sobre los filamentos de la memoria y la fidelidad conyugal. Sobre la ausencia como destino inminente e inexorable y sobre la tierna entrega de unos ojos de hipnóticas y dulcificadas texturas marino-celestes.