Es muy probable que todo comenzara con aquel sueño, con aquella imagen de María proyectada en la ensoñación de una calurosa noche de verano en que pudo verla acodarse en el alféizar de la ventana. En eso piensa Abdón Jiménez cuando vuelve a la Casa Grande, recordando su infancia, buscando cuanto dejó atrás y un porvenir que posiblemente no sea otra cosa más que una locura.Siguiendo la estela de los antiguos poetas hispano-árabes de Al-Andalus, y ahondando en el universo del amor udrí, el autor desafía a Chronos en un intenso relato en el que el amor es una pasión que merece todo tipo de sacrificios, y comparte la esencia misma del alma.