Mi vida es un baúl. Colorido y antiguo. Un día se destapa y de allí se escapan todas las grietas de mi alma. Todos los dolorosos fragmentos que quedaron sellados en una fija mirada. Observo una aguja que se clava en la pequeña foto de una niña ensangrentada. Mis emociones están tan revueltas que hay que descubrirlas poco a poco. Despertarlas con mucha calma. Mi vida onírica siempre ha sido explosiva, como si se tratase de una pintura de El Bosco. Miles de detalles sin conexión ninguna; llena de objetos que tendrán su significado que yo no llego a descifrar. Noches eternas; me despierto asustada bajo la luz de la luna. Mis músculos frágiles se mueven con espasmos y, entre sudores fríos, intento escapar de la irrealidad nocturna.