«Escribo sobre esperanza y libertad, sin pociones mágicas ni mapas del tesoro, pero con la cabeza alta, la mirada larga, el verbo sereno y la mano tendida, con paso decidido hacia la República. La cárcel es como un castillo: infranqueable e impenetrable. Los muros y las alambradas aíslan a la persona presa del mundo que la rodea y, tarde o temprano, miles de sensaciones se funden en la penumbra. Quien está adentro se pierde miradas, rincones, gustos y abrazos y, sobre todo, sufre por si los de fuera lo olvidan. Este es un libro sobre nuestra cautividad, con reflexiones y propuestas, muchas dudas y, también, algunas certezas. Con miradas caleidoscópicas a realidades concretas y sugerencias precisas a necesidades complejas. Con razones y argumentos sobre nuestra democracia, soberanía e independencia; con recuerdos por el 1 de octubre, algunos silencios incomprensibles y el dolor compartido. Sin reproches, con convicción. Porque la cárcel dura un tiempo, pero la dignidad y el orgullo son para siempre. Y nosotros saldremos.»