La dualidad que preside estos aforismos, una dualidad que se resuelve en la idea fértil de «armonía», tiene ahora dos nuevos extremos: la tierra de origen del autor, sus raíces leonesas, y, de nuevo, la isla mediterránea de Ibiza, a las que tanto debe la obra de Colinas. Porque los dos valles en los que se fijan estas vivencias son, en realidad, un mismo valle: el de la vida, el del conocimiento. Poesía y pensamiento se unen en estos textos a través de la experiencia de ser, de la conciencia del instante vivido, en anécdotas reveladoras, en la universalización de la naturaleza y en una plenitud buscada y hallada. Fiel siempre a sustanciales corrientes de pensamiento, y a contracorriente de los valores dominantes o impuestos de nuestro tiempo, Colinas convierte Tres tratados de armonía en un gesto de libertad creadora.