OTROS, que pretendían hallar la paz
entre las dulces adormideras,
eran perseguidos y encarcelados
por los fieles esclavos de jueces vengativos
que ponían fin a los delirios.
Porque digámoslo en el delirio está la salvación
y ellos no querían la salvación sino la condena.
Entretanto se consumían mares de las más ardientes
[ponzoñas
sin que nadie pusiera fin al río de mortal veneno,
porque algo había de permitirse,
algo tendría que ser un lenitivo
para el dolor inmenso.
Y ellos lo sabían
y llenaban otra vez sus odres
con el oro de la desesperación.
Caían al abismo las aguas del Leteo,
arrastrando los mundos y las generaciones
y eternamente proseguía el trabajo del mal..