Día del Encuentro
Nací en tierras y aguas cálidas, pero un trance atávico siempre me arrastró hacia costas que no me eran familiares; hacia aguas sin playas, hacia playas
de arenas gruesas, hacia acantilados grises...
A pesar de ese mi destino, he seguido nadando con persistencia en el tiempo tratando de evadir los designios del mar...
Le he pedido al Dios Tortuga un objetivo que atenúe mi ansiedad y sueño con caminos hermosos, sólo que Él me recuerda que: «Los caminos hermosos son trampas a los distraídos, a los incautos y a los simples».
Uno de esos días de no buscar, que son los mejores para encontrar; el acantilado de una isla volcánica del otro océano se abrió en dos descubriendo
una diminuta playa que más allá de ella dejaba ver un manto fino y verde. Allí divisé una silueta, montada en el horizonte, soñaba...
La silueta y yo nos alcanzamos el corazón con la mirada... y así fue que encontré compañera en tierras y aguas que no eran mías.