Lo prioritario es, pues, el primer impacto, la primera impresión: el consumidor compra lo que quiere, lo que desea, no lo que necesita. Es la empresa que satisface deseos la que crece en el mundo de hoy, y no la que satisface necesidades. Lo anterior puede aplicarse a cualquier contexto, a cualquier terreno,incluido, por ejemplo, el mundo de la política. Gana las elecciones quien sabe contar una historia más coherente y con más dosis de credibilidad, una mentira que merezca la pena, un cuento cuyo valor aumenta a medida que es compartido por más gente.