En sus primeros años de vida, Montserrat no sabía explicar bien lo que sentía, pero sus emociones brotaban torrencialmente de ella. Con esta necesidad de depositar en algún lugar todo su caudal de sentimientos, encuentra el camino o el cauce, como sucede con las aguas de los ríos, que le lleva a la poesía. Se trata, pues, de una forma natural de comunicación emocional consigo misma. Los poemas le asaltan caprichosamente en cualquier momento, por eso la mayoría están escritos en papeles y lugares distintos, de tal forma, que si no los plasma, los pierde para siempre, y esa emoción contenida queda varada hasta que una nueva barca la recoge.Sus poemas son la expresión gráfica de las emociones, de los sentimientos. No explican nada. Quien los lee reconoce haber sentido algo idéntico, algo que no se puede explicar, algo que rebosa a la sabiduría, a los conocimientos, incluso a la racionalidad, y que lleva al lector a contactar consigo mismo, con la esencia más profunda en la que puede sumergirse para dejarse llevar por unos instantes y emerger de nuevo, fresco y renovado.