Soy Miguel Comeche, nací un 27 de junio del año 1.987. Un joven activo, deportista, estudiante, trabajador, emprendedor y capaz de enfrentarme a cualquier reto que se me ponga entre ceja y ceja sin que se me resista, sin importar la dificultad de éste. Nací con una enfermedad inesperada, en un principio no sabían lo que tenía, mis padres en la clínica recibieron el primer diagnóstico: focomelia. Pocos meses más tarde a ese primer diagnóstico le añadieron el síndrome de TAR. Es una enfermedad rara, caracterizada por la disminución de las plaquetas, era por ello que siempre tenía hemorragias, y también suele cursar con malformaciones esqueléticas y ausencia bilateral del radio, que es mi caso. Pero nada de todo esto me ha impedido llevar una vida normal, esforzarme por lo que quiero y conseguir cotas inalcanzables para los ojos de los demás. Aunque en el día a día tenga que trabajar el doble de duro que otras personas, porque la vida no está hecha para gente con 40 centímetros menos en las extremidades. Pero el trabajo constante, la superación, el coraje, la fuerza, la pasión y las ganas de vivir cada momento de la vida, hacen que no me de cuenta de las limitaciones con las que me ha tocado vivir. Porque sin ello, la vida hubiese sido demasiado fácil para mí. Si superas lo más difícil el resto lo tienes chupado. La fuerza, las ganas, la pasión, es lo que realmente estimula al ser humano a conseguir aquello que otros creen que no se puede lograr. El amor y el dolor son dos cosas que nunca se pueden medir. Uno se encuentra a si mismo en los momentos de mayor adversidad de sus vidas. Las luchas de hoy son el campo de entrenamiento de los triunfos de mañana.