«De una a siete de la tarde -mis horas oficiales o "teóricas" de trabajo- me confieso un impostor, un chambón, un equivocado esencial. De noche (conversando con Xul Solar, con Manuel Peyrou, con Pedro Henríquez Ureña o con Amado Alonso) ya soy un escritor. Si el tiempo es húmedo y caliente, me considero (con alguna razón) un canalla; si hay viento sur, pienso que un bisabuelo mío decidió la batalla de Junín y que yo mismo he consumado unas páginas que no son bochornosas. Me pasa lo que a todos: soy inteligente con las personas inteligentes, nulo con las estúpidas.
«Releo poco mis libros. Los dos capítulos iniciales de Evaristo Carriego , el libro entero Discusión , la página 51 de la Historia universal de la infamia y las biografías del Espantoso redentor Lazarus Morell y del Tintorero enmascarado Hákim de Merv en esa misma Historia, deben ser lo menos intolerable de cuanto he escrito. He publicado tres libros de versos: del primero ( Fervor de Buenos Aires , 1923) me agradan dos páginas, Remordimiento por cualquier defunción y Llaneza ; del segundo ( Luna de enfrente , 1925) ninguna; del tercero ( Cuaderno San Martín , 1929) las tituladas Isidoro Acevedo , Muertes de Buenos Aires , La noche que en el Sur lo velaron .
«Temo parecer indulgente; sé lo imposible de escribir una página sin haber escrito un volumen.»
Jorge Luis Borges