Pero cuando el inspector Pitt encuentra en el despacho de la víctima una lista donde figuran algunos caballeros distinguidos de Londres, empieza a comprender la magnitud del caso: Weems no sólo era un usurero sino también un perverso chantajista. Charlotte, la perspicaz esposa de Pitt, será la encargada de esclarecer en la alta sociedad londinense un entramado de turbias pasiones y vil avaricia.