Nada parece turbar la vida de Pauline y Dexter Manford, un matrimonio de la alta sociedad neoyorquina. La agenda de Pauline está llena de visitas, reuniones, tés; su frase favorita es: «Hay un momento para cada cosa», y, en efecto, saca tiempo incluso para la meditación oriental. Al anochecer, cuando el brillante abogado que es Manford llega del bufete, un coche les lleva a la cena o al compromiso de turno. La hija de ambos, Nona, se lleva a las mil maravillas con la pareja formada por su medio hermano Jim (hijo del primer matrimonio de Pauline) y la soñadora Lita. Además, pronto llegará de Europa la prima Amalasuntha, que aporta un brillo exótico a la vida social de los Manford. Es impensable que algo pueda quebrar el equilibrio y el lujo en que viven todos; a veces, sin embargo, no sólo son presa del aburrimiento o del vacío vital, sino que van afluyendo sensaciones incómodas, insatisfacciones, que podrían dar lugar a situaciones dolorosas. Y entonces no basta con planear un súbito viaje al extranjero.