Han ido saliendo de los sitios más dispares: dos, del cajón donde se guarda todo o, por lo menos, eso dicen; uno, por el vericueto de papeles entre amarillos y sepias que nunca encontrarías si tuvieras que hacerlo; tres, de esas carpetas que siempre miras por los altos de la librería y que das por hecho que nunca las abrirás.
Los dos restantes los escribí expresamente para éste libro. No los he colocado buscando razones; la memoria soltaba sonidos y se colocaban solos.